Nuestros Cotitulares

San Pedro Ápostol


Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan el Bautista, y por lo tanto se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.

Imaginamos a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través del sufrimiento.
Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua. Y los llamó diciendo: << Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.>> (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo siguieron. Un poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera curación atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando, aprendiendo.

Profesión de fe y primado de Pedro:

Cristo resucitado es el fundamento de la Iglesia: "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo" -1 Cor 3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores. Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca. Es el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre la cual construirá su Iglesia. Pedro es el primer Papa ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo. El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas. La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo. Los peces son ahora los hombres. 

Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo , hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" Ellos dijeron: "Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas." Díceles el: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" Replicando Jesús dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.

Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y prohibir.  Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor: "el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos" (Mt 23,11).

Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor. El fue << La Piedra>> en la que la Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor.
Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro. Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar. El mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.

Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban. Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.
Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. Fue sepultado en lo que hoy es el Vaticano donde aun se encuentran su restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro. Esto ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año santo de 1950.

Martirio de San Pedro


San Pedro murió crucificado. El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.
Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.  

"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella".

Mateo 16:18

Los únicos escritos que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento. Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor. La Primera Epístola esta llena de admoniciones hacia la caridad, disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en la vida de los cristianos. Al concluir, Pedro manda saludos de parte <>. Esto prueba que la Epístola fue escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban "Babilonia". La Segunda Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de la segunda venida del Señor y concluye con una bella doxología.


Santa Ángela de la Cruz


Ángela Guerrero González, Sor Ángela de la Cruz, Madre de los pobres, nació el 30 de enero de 1846 en Sevilla en el seno de una familia sencilla. 
Sus padres, Francisco Guerrero y Josefa González, tuvieron catorce hijos, pero sólo seis llegaron a mayores de edad a causa de la terrible mortalidad infantil, aún persistente durante todo el s. XIX.

Se dice que un día, siendo aun muy pequeña, desapareció y todos la buscaron. Todos menos su madre que enseguida adivinó donde estaba: en la iglesia. Allí la encontraron rezando y recorriendo los altares. Ya mayor dirá: "Yo, todo el tiempo que podía, lo pasaba en la iglesia, echándome bendiciones de altar como hacen las chiquillas".

Por carecer de recursos, apenas puede aprender a leer y escribir. Ángela, que crecía en un piadoso ambiente familiar, pronto daría cumplidas pruebas de bondad natural. Ya de joven, nadie osaba hablar mal o pronunciar blasfemias en su presencia. Si hablaban algo menos puro, al verla llegar, decían, cambiando de conversación: "Callad, que viene Angelita".
Ángela necesita trabajar desde los doce años para ayudar a su familia, cuando apenas ha tenido ocasión de asistir a la escuela: en el taller de calzado de doña Antonia Maldonado, en la calle del Huevo, trabajó durante algún tiempo como zapatera. Dña. Antonia estaba encantada de ella y exhortaba a las demás a que la imitaran. Hacia rezar el rosario y rendían mas que antes.

El Padre Torres Padilla era muy amigo de la familia donde trabajaba como zapatera. Le habían hablado de la maravilla de aquella joven.
De 1862 a 1865, Ángela, que asombra por sus virtudes a cuantos la conocen, reparte su jornada entre su casa, el taller, las iglesias donde reza y los hogares pobres que visita. En 1865 se cierne una oleada de cólera sobre Sevilla que azota a las familias pobres hacinadas en los "corrales de vecindad". Ángela se multiplica para poder ayudar a estos hombres, mujeres y niños castigados tan duramente por la miseria. Y en ese mismo año pone en conocimiento de su confesor, el padre Torres, su voluntad de "meterse a monja". Cuenta ahora con diecinueve años.

Quiso entrar en las Carmelitas Descalzas del barrio de Santa Cruz de Sevilla, aunque no la admitieron por temor a que no pudiera soportar los duros menesteres del convento en su cuerpo menudo y débil. 
Después ingresó en las Hermanas de la Caridad. Llegó a vestir el habito, pero hubo de salir del convento al enfermar. Viendo que no podía ser monja en el convento, se dijo a si misma: "Seré monja en el mundo" e hizo los Votos religiosos. Un billete de 1º de noviembre de 1871 nos revela que "María de los Ángeles Guerrero, a los pies de Cristo Crucificado" promete vivir conforme a los consejos evangélicos: ya que le ha fallado ser monja en el convento, será monja fuera. Dos años más tarde, Ángela pone en manos del doctor Torres Padilla unas reflexiones personales en las que se propone, no vivir siguiendo a Jesús con la cruz de su vida, sino vivir permanentemente clavada en ella junto a Jesús. De ahora en adelante se llamará Ángela de la Cruz.

Ángela comienza a afirmarse en una idea que le ha venido con fuerza: "hay que hacerse pobre con los pobres".
En invierno de 1873 Ángela formula votos perpetuos fuera del claustro, y por el voto de obediencia queda unida al padre Torres. Pero su mente y su corazón inquietos comienzan a "reinar" en una idea que continuamente le asalta: formar la "Compañía de la Cruz". Obstinada en su empeño el 17 de enero de 1875 comienza a trazar su proyecto, que, como toda obra noble, se verá colmado por el éxito, más ante los ojos de Dios que ante los ojos de los hombres.

Ángela ha encontrado tres compañeras: Josefa de la Peña, una terciaria franciscano "pudiente", que ha decidido dar el paso que su contacto con los pobres le está pidiendo; Juana María Castro y Juana Magadán, dos jóvenes pobres, sencillas y buenas. Con el dinero de Josefa Peña alquilan su "convento": un cuartito con derecho a cocina en la casa número 13 de la calle San Luis, y desde allí organizan su servicio de asistencia a los necesitados a lo largo del día y de la noche. Poco después se trasladan al número 8 de la calle Hombre de Piedra, y comienzan a adquirir notable consistencia en el clima religioso de Sevilla. Estrenan hábito y sus compañeras comienzan a llamarle "Madre", cuando aún no se ha borrado de su rostro la primavera de la niñez. Entre duras penitencias y mortificaciones, fieles a la causa de los pobres, consiguen obtener en 1876 la admisión y bendición del Cardenal Spinola. 
Todo el resto de su vida estaría marcado por el signo doliente de la Cruz, pero también por la felicidad de quien se siente "luz en el mundo mostrando una razón para vivir". La Compañía va a crecer, y con ella el agradecimiento del pueblo sevillano y de todos los rincones de Andalucía a donde llega el espíritu de Sor Ángela. Como afirma José María Javierre en su preciosa obra Madre de los pobres: 'Que yo sepa, es el único caso en el mundo. Existe una ciudad donde pronunciáis el nombre de una persona y todos los habitantes, todos, sonríen: -Era buena, era una santa."
La siguen bastantes jóvenes y mayores que quieren imitar a Sor Ángela y seguir su mismo genero de vida. Todos caben en sus casas. La austeridad será nota distintiva de sus casas. Roma da aprobación a su Obra. 

La muerte le sorprendió con las manos llenas de amor, pero vacías de entregar a los demás su vida hecha dulzura, milagro cotidiano de luz. A las tres menos veinte de la madrugada del día 2 de marzo de 1932 alzó el busto, levantó los brazos hacia el cielo, abrió los ojos, esbozó una dulce sonrisa, suspiró tres veces y se apagó para siempre. El día 28 de julio del anterior año había perdido el habla. Sus últimas palabras habían sido: "No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera......"
El Ayuntamiento republicano de Sevilla celebra sesión extraordinaria para dar carácter oficial a los elogios dé Sor Ángela. El alcalde pone a votación que se cambie el nombre de la calle Alcázares por Sor Ángela de la Cruz. El Papa Juan Pablo la beatificó en Sevilla el 5 de noviembre de 1982, proclamándola Santa el 4 de mayo de 2003. El Ayuntamiento de Sevilla ha rotulado de nuevo la calle que lleva su nombre por el de Santa Ángela de la Cruz. 

Nuestra hermandad posee un relicario de la mortaja de la Santa, realizado por el orfebre D. Ramón León Peñuelas.
Cada Jueves Santo figura en la entrecalle del paso de palio, siendo venerado en el día de su festividad, el 5 de Noviembre.