Eran
las 8 de la mañana cuando, llenos de fe e ilusión nos poníamos en camino
desde la calle Pedreras, justo detrás de
nuestra Parroquia de San Pedro para
peregrinar hasta Sevilla, a la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz, donde se
guardan los recuerdos y el cuerpo incorrupto de la Madre de los pobres.
Tras
encomendarnos a Dios, antes del viaje, emprendimos el camino, con la
consiguiente parada para el desayuno en el camino.
María de los Ángeles Guerrero González, en el
siglo, es gloria de la Iglesia andaluza, mujer de origen humilde, cuya alma era
todo un jardín agradable a Dios y por medio de la que el Señor obró el prodigio
de la predicación firme, valiente y coherente del Evangelio por medio de la
caridad de unas mujeres que se abrazan en la cruz para servir a los pobres y
marginados de la sociedad.
Sobre las 11:00 de la
mañana, de un claro y soleado día invernal, llegamos a Sevilla, donde se nos
esperaba. Nada más llegar la hermana Luisa de la Compañía de la Cruz, nos
recibía acogedora y hospitalaria, con alegría y amabilidad.
De forma excepcional,
pues solo se realiza la visita a ese lugar sagrado, el 2 de Marzo, aniversario
del tránsito de Madre al cielo, se nos permitió visitar la habitación donde
falleció Santa Ángela. En aquel pasillo y cercano también a la habitación donde
entregó su alma a Dios, la Beata María de la Purísima, séptima Superiora
General de las Hermanas de la Compañía de a Cruz; la hermana Luisa, nos hizo una semblanza, llena de amor
y de bellísimos datos de virtudes heroicas de esas dos almas santas. Luego
tiempo para la visita detenida, meditativa y orante en aquellos dos lugares que
nos hablan de eternidad.
El relicario que posee
nuestra Hermandad y que todos los años procesiona en el entrecalle
del paso de palio de la Virgen de la Salud, (advocación, la de nuestra Cotitular de clara influencia de Santa Ángela), portado por nuestro párroco y
director espiritual descansó por unos momentos sobre la mesa del P. Torres
Padilla, director espiritual de Sor Ángela y donde ella también escribió en
numerosas ocasiones, así como en las tarimas desde dónde volaron al cielo la
Santa Madre y su hija la Beata Purísima.
Imagen de la Virgen de la Salud que veneraba la Santa. |
Momentos inigualables de encuentro con el
Señor Resucitado y de admiración y deseo seguir, servir y amar a Cristo, como
ellas dos lo hicieron.
Al finalizar la Santa Misa, nos aguardaba una sorpresa
más. Un regalo inesperado que gracias a la hermana Luisa, nos fue concedido. Al
ver el precioso relicario que posee nuestra Hermandad, la religiosa comprobó
que éste portaba una reliquia común y por ello, la Madre General, nos concedió
una reliquia del hábito de la Santa. Tela áspera y humilde testigo inigualable
de su consagración a Dios, de se entrega a los pobres y de su santidad.
Teniendo a Santa Ángela
como Cotitular de nuestra Hermandad, esta visita, nos ha acercado aún más si
cabe, a su vida y su espiritualidad. No nos quedemos solo en la admiración,
pasemos a la imitación. Como decía Madre: “Lo único importante en esta vida es
santificarse y hacer la voluntad de Dios.”